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Más similitudes… 6
Ibrahim-Zer –Ateucht es un personaje de la mitología persa. Su padre fue Azer, el creador de la religión de los gauros (cuyo símbolo es el Toro con cuernos largos) de origen franco y profesión escultor (tolteca), se casó en Mesopotamia con una mujer que dio a luz un ser espiritual, es decir sin concurso de varón, al que le llamaron Ibrahim-Zer-Ateuch. Este hecho lo conocieron los sabios de la época, y anunciaron que este prodigiosos ser traería una nueva religión y marcaba el fin de las conquistas de los reyes de esa época. 
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El soberano de entonces, Neubront (Nimrod, Nemrod, Nino, etc), ordenó asesinar a todas las mujeres en cinta, pero no se pudo ubicar a la madre del futuro “profeta”. Aún después, el recién nacido pasó por nuevos peligros. Con pretexto de protegerlo, lo llevaron a vivir con uno de sus tíos, quien lo entregó al rey. Aquí la mitología persa da cuenta de muchos prodigios que realizó este ser espiritual desde niño. Nimrod al tenerlo cerca quiso asestarle un golpe él mismo pero su mano entumeció como si fuera piedra. Entonces mandó encender una gran hoguera donde arrojó al niño quien quedó como si estuviera sobre un lecho de rosas. Se le prepararon muchas otras muertes, pero se fue librando de ellas una por una, hasta que una nube de mosquitos cubrió al niño para que ya no fuera visible al rey quien imprudentemente se acercó al niño para golpearlo, pero uno de los insectos se introdujo en el oído del monarca y le ocasionó su muerte. El sucesor Cha-Glochtés quiso hacer lo suyo pero atestiguó los prodigios del niño, por lo que acabó adorándole como lo hacía ya todo el pueblo, reconociendo con esto, que ese ser espiritual era Dios mismo.
Dicen los persas que Zer-Ateuch dejó para la humanidad siete libros (Avestas) que contenían los preceptos de la nueva religión, otros siete, donde tenía la explicación del mundo astral y su relación con este plano físico y finalmente otros siete que contenían un tratado sobre medicina.  Cuando Alejandro de Macedonia conquistó Persia, fue dueño de estos libros, pero quemó los siete primeros, porque no había nadie que entendiera su lenguaje. El resto los guardó para sí mismo. 

Estos bellos pasajes nos recuerdan los prodigios del Niños Dios, Huitzilopochtli quien aun siendo neonato, se proyectó como hombre adulto para vencer a sus tíos y a la diosa Coyolxauhqui. Pero sobre todo al hecho que su presencia en la tierra se debía a la necesidad de una nueva forma de vida para la humanidad, ya que corría el riesgo de una gran degradación lo que traería la extinción humana. Dios mismo baja a la tierra para prevenir ese cataclismo humano y deja sus preceptos. Dicen los Nahoas que cuando nace dios, surgen los Mexicanos, los adoradores de Dios. Lo cual muestra la grandeza del nombre México, “sitio donde se adora a Dios” y Mexicanos son sus devotos.
Los griegos, que como dice Jorge Luis Borges, tenían la mala costumbre de cambiarle el nombre  a todo, consideran que Zer-Ateuch es lo mismo que Soroastro o Zoroastro, el inventor de las religiones. Pero la idea del portador de una nueva moral de este Zer-Ateuch es más parecido al Zaratustra de Nietzsche, y más afín a la Historia Mexicana del Señor Huitzilopochtli Mexi, como guía de una nueva norma de vida, moral y religiosa. Es acorde también a la leyenda del Quinto sol donde se muestra la necesidad de erradicar viejas supersticiones y creencias que ya no dan nada a la humanidad (arrojarse al fuego). Es indicador que ahora es la humanidad bien educada y no sus caudillos quienes pueden hacer el cambio hacia una nueva sociedad justa y humana.

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